¡Bienvenidos al blog del 1º ciclo del CEIP "RÍO VERDE!
Aquí encontraréis información de las actividades que realizamos en el aula y también podréis practicar los contenidos por unidades.
¡ÁNIMO! ¡A QUÉ ESPERÁIS!
Ya sabéis que podemos estar unos días sin hacer ejercicio, sin comer, sin descansar bien..., pero... ¿podemos estar sin respirar? Verdad que NOOOO, nos ahogaríamos.
Nuestro cuerpo es tan perfecto que respiramos hasta dormidos y no nos damos cuenta.
Mira este vídeo y recuerda lo hablado y trabajado en clase:
Ahora practica y aprende más, ya sabes...¡EL SABER NO OCUPA ESPACIO! Pincha en las imágenes y...descubre más cosas sobre el Aparato Respiratorio.
Ya sabéis lo importante que es saber decir y entender el reloj, ¿verdad? Llegaríamos tarde, no sabríamos a qué hora empieza una película o cuándo sale un autobús.
También sabemos diferenciar un reloj digital y otro analógico.
ANALÓGICO DIGITAL
Y que 1 hora tiene... 60 minutos, media...30 minutos y un cuarto 15 minutos.
¿Y qué ocurre con las PALABRAS? Las palabras forman oraciones con sentido, pero a veces...las escribimos juntas o mal separadas. Debemos estar muy atentos a nuestro lenguaje oral y poner todos los sentidos.
Aprovechando lo visto en Ciencias Sociales, aquí os dejo un videocuento muy conocido.
También lo podéis leer... seguro que os gusta mucho y aprendemos nuevas palabras.
Érase una vez un ratón que vivía en el campo y cuya vida era muy feliz porque tenía todo lo que necesitaba. Su casita era un pequeño escondrijo junto a una encina; en él tenía una camita de hojas y un retal que había encontrado le servía para taparse por las noches y dormir calentito. Una pequeña piedra era su silla y como mesa, utilizaba un trozo de madera al que había dado forma con sus dientes.
También contaba con una despensa donde almacenaba alimentos para pasar el invierno. Siempre encontraba frutos, semillas y alguna que otra cosa rica para comer. Lo mejor de vivir en el campo era que podía trepar por los árboles, tumbarse al Sol en verano y conocer a muchos otros animales que, con el tiempo, se habían convertido en buenos amigos.
Un día, paseando, se cruzó con un ratón que vivía en la ciudad. Desde lejos ya se notaba que era un ratón distinguido porque vestía elegantemente y llevaba un sombrero digno de un señor. Comenzaron a hablar y se cayeron tan bien, que el ratón de campo le invitó a tomar algo en su humilde refugio.
El ratón de ciudad se sorprendió de lo pobre que era su vivienda y más aún, cuando el ratón de campo le ofreció algo para comer: unos frutos rojos y tres o cuatro nueces.
– Te agradezco muchísimo tu hospitalidad – dijo el ratón de ciudad – pero me sorprende que seas feliz con tan poco. Me gustaría que vinieras a mi casa y vieras que se puede vivir más cómodamente y rodeado de lujos.
A los pocos días, el ratón de campo se fue a la ciudad. Su amigo vivía en una casa enorme, casi una mansión, en un agujero que había en la pared del salón principal. Todo el suelo de su cuarto estaba enmoquetado, dormía en un mullido cojín y no le faltaba de nada. Los dueños de la casa eran tan ricos, que el ratón salía a buscar alimentos y siempre encontraba auténticos manjares que llevarse a la boca.
A hurtadillas, ambos se dirigieron a una mesa gigantesca donde había fuentes enteras de carne, patatas, frutas y dulces. Pero cuando se disponían a coger unas cuantas cosas, apareció un gato y los pobres ratones corrieron despavoridos para ponerse a salvo. El ratón de campo tenía el corazón en un puño. ¡Menudo susto se había llevado! ¡El gato casi les atrapa!
– Son gajes del oficio – le aseguró el ratón de ciudad – Saldremos de nuevo a por comida y luego te convidaré a un gran banquete.
Así fue como volvieron a salir a por provisiones. Se acercaron sigilosamente a la mesa llena de exquisiteces pero ¡horror! … Apareció el ama de llaves con una gran escoba en su mano y empezó a perseguirles por toda la estancia dispuesta a darles unos buenos palos. Los ratones salieron disparados y llegaron a la cueva con la lengua fuera de tanto correr.
– ¡Lo intentaremos de nuevo! ¡Yo jamás me rindo! – dijo muy serio el ratón de ciudad.
Cuando vieron que la señora se había ido, llegó el momento de salir de nuevo a por comida. Al fin consiguieron acercarse a la mesa no sin antes mirar a todas partes. Hicieron acopio de riquísimos alimentos y los prepararon para comer.
Con las barrigas llenas se miraron el uno al otro y el ratón de campo le dijo a su amigo:
– Lo cierto es que todo estaba delicioso ¡Jamás había comido tan bien! Pero voy a decirte algo, amigo, y no te lo tomes a mal. Tienes todo lo que cualquier ratón puede desear. Te rodean los lujos y nadas en la abundancia, pero yo jamás podría vivir así, todo el día nervioso y preocupado por si me atrapan. Yo prefiero la vida sencilla y la tranquilidad, aunque tenga que vivir con lo justo.
Y dicho esto, se despidieron y el ratón de campo volvió a su modesta vida donde era feliz.
Moraleja: si el tener muchas cosas no te permite una vida tranquila, es mejor tener menos y ser feliz de verdad.
¿Pueblo o ciudad? El lugar en el que vivimos es nuestra localidad, y dependiendo de sus características puede ser un pueblo o una ciudad. Una localidad es un grupo de edificios, calles y plazas donde vivimos las personas.
Almuñécar, es un pueblo, ¿verdad?, aunque ha crecido mucho y cada vez se parece más a la ciudad. Otros pueblos de nuestra zona son: La Herradura, Salobreña, Nerja, Motril...
Pero también hay ciudades muy grandes y bonitas, seguro que os suena alguna de ellas, ¿verdad?
En los siguientes enlaces encontraréis actividades para aprender más sobre la localidad, el barrio y la calle. ¡Ánimo!
Los números son infinitos (∞), pero...poco a poco. Ahora conoceremos los de tres cifras y para ello necesitamos de las CENTENAS.
¿Te atreves a hacerlo tú?
¡Oh! Perdón...os los voy a presentar:
100= cien
101= ciento uno
102= ciento dos
103= ciento tres
104= ciento cuatro
105= ciento cinco
106= ciento seis
107= ciento siete
108= ciento ocho
109= ciento nueve
110= ciento diez
. . .
Uff...son un montón, normal...porque una centena son 100 unidades y... ¡son muchísimas! Pero como conocéis muy bien a sus primas las decenas, pues se escriben muy parecido.